La niña señalada por el fusil
se parecía a mi hermana
y todos callamos.
Larga la sed de las raíces del desierto
cuando el oído desoye el corazón
y la mirada se desvía
tú decides.
Larga la resaca de los días de estupor
hojarasca que cruje
en ciudades desmanteladas.
Larga la fiebre que acomoda sus ropajes
como gotas encriptadas en el odio.
La niña señalada por el fusil
se parecía a mi hermana y todos callamos.
Largo el tallo de las amapolas
fragilidad en las hojas de su sangre.
Largo el frío en la espalda
en el corazón y los dedos
de las brújulas rotas.
De: El ojo cegado