Aquí
las paredes del corazón se adelgazan.
No seré yo quien escriba adjetivos blancos
con los dedos carbonizados por la heladura.
El azar persigue constantemente nuestro paisaje.
Avanzamos o retrocedemos como si bailáramos
sobre la línea divisoria.
Aquí
nadie ha visto señalar a la luna
o florecer un cerezo
y el brillo de la escarcha a menudo significa
aprender a leer a la muerte.
La nada acecha
los ojos cegados por los reflectores
y el soplo del diablo ahuyenta la esperanza.
Nos devuelven al infierno
los muertos entre los vivos.
Todo oscars para esta película de rostros sin nombre.
Herida fotografía en blanco
y negro
y gris.
De: El ojo cegado