Diario de las fronteras

 Aquí
     las paredes del corazón se adelgazan.
No seré yo quien escriba adjetivos blancos
con los dedos carbonizados por la heladura.
El azar persigue constantemente nuestro paisaje.
Avanzamos o retrocedemos como si bailáramos
sobre la línea divisoria.   

Aquí
     nadie ha visto señalar a la luna
                     o florecer un cerezo
y el brillo de la escarcha a menudo significa
aprender a leer a la muerte.

La nada acecha
los ojos cegados por los reflectores
y el soplo del diablo ahuyenta la esperanza.

Nos devuelven al infierno      
         los muertos entre los vivos.

Todo oscars para esta película de rostros sin nombre.
Herida fotografía en blanco
                                    y negro
                                       y gris. 

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Isabel Hualde
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