Iosu Moracho Cortés:
Cada tiempo, cada época, posee y desarrolla su cultura en un espacio concreto.
Cada cultura escribe su relato y en él narra su historia y su mitología. Las cosas, los objetos, los instrumentos, las herramientas, los útiles, los utensilios, forman parte de esa cultura y tienen su propia historia.
Existe una antropología que estudia su diseño, su función y su alma. Y esa antropología habla de un feed back, una comunicación entre esos objetos y los sujetos que los crearon en esa cultura y en ese espacio.
¿Qué es lo que arropa el tiempo? El recuerdo de esos objetos, las plumas que dejaron las aves que partieron en su vuelo de sueños y deseos.
Dicen que las cosas son solo cosas…Pero nosotros sabemos que no es verdad.
Un libro muy sugerente, íntimo, vivencial.
Antonio Orihuela:
Estimada Isabel, gracias por enviarme tu libro que he leído con mucho interés, hay en él muchos hilos que se cruzan y se anudan como metáfora de nuestra vida en estos tiempos oscuros, y con todos ellos has construido una trama en la que uno no puede menos que sentirse extrañado y entrañado, culpable y cómplice, apelado e interpelado, pues todos, desde los más personales hasta los poemas de contenido más colectivo, trabajan para que esa sensación de desasosiego que preside el libro nos acompañe a todo lo largo de él.
Trinidad Lucea (Facebook, 19/04/24):
Así definiría el último poemario de Isabel Hualde, Ashwayats. Pero ¿qué es Ashwayats? Si nos ceñimos a la propia definición del término, como indica la autora al principio del libro, veremos que son lugares donde se acumulan todo tipo de basura y objetos de deshecho, sobre los que a veces, se han construido barriadas y poblaciones. Algunos de esos sitios han formado parte de las vivencias de la poeta, consumada viajera y siempre comprometida con su entorno. Además, ha incluido la traducción al euskera, enriqueciendo los poemas y dotándoles de la magia que siempre envuelve a otro idioma.
En estas páginas vamos a encontrar una serie de objetos cotidianos que van desde una bicicleta hasta unas escaleras, pasando por un espejo e incluso una cesta. Pero la autora va más allá del simple hecho de nombrarlos y dedicarles unos poemas, porque las cosas nos habitan, convivimos con ellas («el billete/que un pequeño viento / deposita en mi mano») y no podemos desligarnos de su presencia, nos provocan emociones. Es ahí donde Hualde reivindica el cambio («Yo soy el asiento / del que no se levantó Rosa Parks»). Los objetos del día a día siembran los versos de este libro, creando un micro universo vital en cada poema («Titubeos / esparcidos / como un archipiélago / sobre el viejo cuaderno / de bitácora»).
Si hacemos una lectura más profunda, veremos que nada es gratuito. Esas mismas cosas que a priori pueden parecer inservibles o abocadas al desahucio («Todo se precipitó / del instamatic al vértigo digital») y que han pertenecido a otras generaciones (en El trueque vemos que «Su luz ha quedado grabada / en los pasillos de la memoria»), son parte de nuestra reminiscencia colectiva, pueden transformarse, huir de su deterioro, reconstruirse e incluso rebelarse (como el reloj que reclama permanecer en el olvido: «Debería poder descansar / de la urgencia del tiempo / del TIC TAC que bombea como un corazón / el sigilo de la noche») y eso es algo que la autora ha realizado de forma exquisita a través de sus poemas.
En sus versos subyacen dos realidades, la que se está deshaciendo, las ruinas y otra paralela en la que se crea una nueva vida, la reconstrucción, todo ello escrito con una belleza lírica de la que es imposible escapar porque Isabel sabe utilizar con maestría cada palabra y situarnos en el momento justo para sacarnos de la zona de confort y hacernos pensar.
En todos sus libros hay lugar para la reflexión (les recomiendo la maravilla ilustrada Código deontológico) y en Ashwayats aparece en forma de un pequeño verso al final de cada poema… porque las cosas pequeñas, puede cambiar la historia, el mundo.
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