Nos conocimos en cuba en la Feria del libro de la Habana, y anteriormente en el Encuentro Internacional de Escritoras en Marruecos. Poesía contundente, ya conoce las anteriores obras poéticas.
No conocía la palabra y busqué su significado, y me ayudó a entender que Isabel no hace una poesía propia de los sentimientos o emociones porque los apacigua, sino que más bien hace que el lector sea el que se conmueve a partir de esa poesía metafísica.
En el prólogo Melvyn afirma que Ashwayats implica reflexiones filosóficas muy profundas sobre esencia y existencia, sobre estar en el tiempo, sobre la manera de dar forma al recuerdo más allá de lo anecdótico, a través de las imágenes con las que se captura lo más esencial del ser y de la existencia.
Leer a Isabel es estar sujeto a un reto, leer algo diferente de lo que acostumbramos, este es un libro de pocos poemas, fuerte, denso pero a la vez leve y dulce con una intención fundamental, la de sumergirse en lo revuelto en lo informe, en lo confuso y a veces elemental.
Se trata del dolor del vivir en el tiempo, pero a pesar de ello es un libro donde uno a la vez de se percibe la vida. He encontrado una enorme sintonía con dos poetas colombianos: Alvaro Mutis y Héctor Rojas Eraso. Álvaro habla de la vida como un desastre, la vida en un proceso de destrucción y Rojas como una solemne podredumbre. Yo me encontré con eso en este poemario, donde la vida está presente en la destrucción, pero no con la destrucción.
En las imágenes de los ashwayats se encuentra lo feo, lo degradado, lo inacabado, decadente y vulnerable…que se asocia a favelas. Leyendo yo iba pensando que hay que mirarlo también desde lo simbólico, lo visual se vuelve reflexión y sentimiento, yo he visto un mundo filosófico desde un lenguaje poético propio de la poesía de Isabel que también tiene una poesía de carácter social donde ofrece una mirada de los seres humanos entre sí y su relación con las cosas.
El sujeto es análogo al objeto y como el objeto, el sujeto se desgasta y viceversa. Hay un yo poético que atraviesa el conjunto del poemas hasta llegar al Escritor en una segunda parte, donde cierra el libro con ese poema en el que dice que “la escritura es un rezo sin fin, donde los objetos buscan eternizarse en el tiempo donde todos ríen el cansancio de mi existencia sin plegarse al desgaste del tiempo”.
Me llamó la atención el proceso y desarrollo del conjunto, donde hay un encabalgamiento en el tiempo, que comienza con el poema en el que se convoca a Rosa Parks, el asiento habla como testigo pasajero del tiempo.
El libro trata de tomar conciencia de la fragilidad, el tiempo transcurre y hay que irse, la cámara captura el instante de celebración de la vida, el espejo refleja el otro lado, en la totalidad poética se vuelve un tiempo de la memoria donde se teje la muerte. Hay un lirismo bellísimo en el poema “un libro convoca las aves sobre sí, sobre el olvido de sus páginas rotas». Hay una reflexión muy filosófica, metafísica, llegando a reconocer que las cosas nunca se enamoran del rocío de las flores…o de los copos de nieve que las cubren de blanco en las nevados, que ni siquiera nos ven. También el poema me sugiere que se asocia la mudez, la ceguera, frialdad de corazón a nosotros mismos, a seres vacíos.
Ella tiene un ojo muy agudo y crítico, hay un diálogo en la primera parte que está en los objetos y en la segunda parte se concentra en la escritura, y en consonancia también con los epígrafes, de Rilke, Andrea Aguirre, Rafael Pérez Estrada. En la segunda parte, Jordi Doce y Chantal Maillard. Y en el pie de página, hay notas que conforman una especie de bitácora del propio poemario.
Y mientras leo veo que estoy entrando en una especie de proceso hipnótico: Traspasar el umbral, situarse al borde, discernir acantilados… Un libro complejo y fácil, sencillo y denso, amargo y dulcísimo.
FUENTE: Vídeo de presentación El Pez Soluble, 13/09/22
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