El odio repara su hoja de cuchilla
y calcula fríamente
si la herida penetrará en el córtex
si podrá deshacerse al fin
de las tenaces mariposas
que planean dulcemente
sobre el orden del día
qué sentido tiene
atravesar de puntillas los cristales
o inclinar levemente la cabeza
sobre la monotonía de los raíles
¡crac!
rendirse o coleccionar estorninos
tampoco ahuyenta el claxon de la aspereza
qué sentido tiene
aprender a rezar de nuevo
sobre el trazado de versos libres
¡ninguna transformación!
a la mano que disecciona el córtex
sólo le interesa la mirada
de los cuerpos vencidos.
De: El ojo cegado