Se equivocan los que creen
en el posible origen humano
de sus entrañas
para el corazón de hierro
de la apisonadora
no existe la piedad
con firmeza asolará tu casa
dejando en carne viva su esqueleto
y si tiene mal día
vomitará su herrumbre
en tu jardín
hormiga o cucaracha insignificante
ya no existes para su motor imbatible
la apisonadora llega
zumbando el pecho
se abre paso allana tu tierra
y suelta la bomba
YO YO YO
indiferente
retira las vísceras
el polvo de su cara
retira el escombro en que te has convertido
y regresa feliz
a sus trincheras de ocio
y sus sales de baño
una cruz dorada en su agenda de trabajo
¡hundido!
De: El ojo cegado